Atanasio Grin
lunes, 24 de marzo de 2014
AZAR
Accedió a entrar en aquella página de contactos sin ninguna esperanza. Desde pequeña odiaba el azar, por injusto y desproporcionado, y encontrar a alguien a través de millones de bits agitando el espacio era para ella más inexplicable que dos miradas cruzándose un instante en un bar a medianoche.
Al tercer día encontró a un chico que respondía a un nombre imposible, a todas luces inventado. Sin saber cómo, aquello le hizo gracia. A través de semanas se buscaron el uno al otro, y ella comprendió asustada que todo lo que quería estaba en él. Dilató cuanto pudo un encuentro que se le antojaba una rendición, hasta que una noche se dispuso, ante el espejo, a ser más hermosa que nunca.
Por algún motivo no le extrañó encontrar a su exmarido en el cruce de calles acordado; por alguna razón encontró natural volver a empezar junto a él.
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